El hombre en la Pintura Angelin Gatell

El hombre en la Pintura de Jesús Molinero Rey

Pocas veces encontraremos el paisaje estricto, huérfano de la presencia del hombre, en la obra de este pintor cuya preocupación gira, evidentemente, en torno a la criatura humana en su expresión mas dolorida. A veces, las imágenes que nos propone parecen erguirse ante nosotros como alertándonos, como dándonos noticia de su azaroso existir.
La intención denunciatoria del artista no puede pasarnos desapercibida. Es tan detectable como su sensibilidad y su intuición pictóricas.
El hombre. Los pinceles de Molinero Rey lo escriben con letras mayúsculas, ya sea junto a los trigos recién segados, en los anchos campos de Castilla, ya sea apoyado en el mundo urbano desde donde ofrece al mundo el espectáculo de una ceguera mas simbólica que real; o danzando frenéticamente por las calles de Rió de Janeiro, criatura-símbolo de los celebres Carnavales; o a dos pasos de la muerte en el patio frió de una cárcel... El hombre siempre zarandeado, siempre inerme, siempre sometido a múltiples e implacables fuerzas.
Un mundo misterioso, alucinante, emerge de la mejor pintura de Molinero Rey que, casi siempre, se nos antoja un espejo capaz de captar, por voluntad absoluta del pintor, no la imagen objetiva y aséptica de su entorno, sino todo aquello que se mueve oscuramente en lo mas profundo del ser humano, aquello que marca, que determina, que construye al hombre en su dimensión mas trágica, acaso por menos consciente. Axial son las criaturas de esos carnavales, tema insistido y feliz de su obra, tratadas con dramático impresionismo goyesco. Espectador por diez veces de una fiesta que tiene mucho de rito y de venganza, los ojos del pintor han ido mas allá del estridente colorido de los trajes, mas allá de la alegría que congestiona los rostros, de la danza ininterrumpida que distiende los músculos. Ha visto algo sobrecogedor tras la barbarie y la sangre suscitadas. Ha descubierto, sencillamente, a uno de los pueblos mas oprimidos de la tierra y ha comprendido hasta que punto el Carnaval puede significar la puerta de sus represiones, la desembocadura de su tragedia humana. Y, amorosamente, ha interpretado sus ritos, sus danzas, su religión, sus supersticiones, valiéndose unas veces del trazo rápido y nervioso que pone en movimiento a los cuerpos ardientes y rítmicos, como sucede en su cuadro "Frenesí" o en las figuras centrales, suavemente elásticas, de "Frevo"; otras veces, enjoyando de pedrería sus colores, como en las imágenes estáticas y misteriosas de la "La dama y el príncipe", o en esa "Figura de Carnaval" donde el rostro del pueblo adquiere, súbitamente, una nobleza y una majestad sin parangón.
Otra de las vertientes en la pintura de Molinero Rey, quizá la mas inquietante, es esa en la que sus pinceles buscan en el surrealismo su adecuado medio de expresión. Ante esas imágenes atormentadas y atormentadoras que nos contemplan, no podemos evitar el preguntarnos: ¿De que dolosas vivencias son reflejo esos seres infrahumanos, esos dedos vegetales que se alargan y penetran la tierra como extrañas y torturadas raíces, esos colores inesperadamente ásperos y fríos? ¿Que espera ese viejo de rostro pétreo sentado junto al camino que se pierde interminable y desolado? ¿Y esas caras que se agrupan terribles, esas bocas que se agrandan, esas lenguas afiladas...? ¿Que hay tras esas imágenes subyugantes y terribles? ¿Acaso la confabulación del hombre para destruir al hombre...?
"-Tengo visiones terribles de la guerra que viví siendo niño: combates, denuncias, fusilamientos..."
Y su mirada nos indica un cuadro estremecedor: en el patio de una cárcel vemos tres hombres atados a un poste. Solo a uno de ellos podemos verle la cara. Sus ojos son intensamente, trágicamente azules. Tiene una mirada penetrante, profunda, que anonada. ¿Que odio, que amenaza se condensa en las pupilas del condenado a muerte? "Aun" se titula el cuadro. ¿Por que "Aún"? El pintor se encoge de hombros. Sonríe con ese gesto vago que le caracteriza. En el fondo de sus ojos un negro vestido de emperador hace una pirueta.
"-Si, el hombre, su circunstancia humana, es el tema central de mi obra. Desde siempre, desde que empecé a pintar allá, en Río...".
Y mira como un poco sorprendido, como si no comprendiera del todo de donde le vino el impulso que mueve sus pinceles entre luces y sombras, entre temores y esperanzas, mientras en torno a nosotros sus criaturas parecen decirnos que no son fruto absoluto de la imaginación, sino testimonio vivo y doloroso de un mundo real, espantosamente real.

© ANGELINA GATELL, poetisa y escritora.



Links sobre Angelina Gatell: